domingo, octubre 17

La Jaula del Canario.



Esta semana asistimos como espectadores al rescate de 33 mineros Chilenos, atrapados en lo más profundo de la tierra. Por un instante el sentido de solidaridad y el espíritu mas noble del ser humano toco nuestras fibras y puede ser que hayamos sido un poco mejores. Al margen del montaje televisivo y las espectativas que para cada uno de los participantes signifique, se puso en evidencia el dominio de la ciencia y la tecnología sobre la dura naturaleza, dejando un espacio abierto al sentido espiritual y la creencia de un milagro. Solo esperamos que cuando pase la novedad y ya no sea noticia mediática estos hombres de inigualable valor y tenacidad no queden en el olvido y su experiencia constribuya a mejorar las condiciones de seguridad en uno de los trabajos que se ha cobrado y se cobra más vidas humanas en todos aquellos rincones donde la minería es el sustento de la vida.
Para uno que haya nacido en Santiago de las Vegas, la minería suena muy lejana y solo forma parte de los libros. Sin embargo al emigrar he sido y soy participe de la vida de un pueblo históricamente minero, y muchos de mis nuevos vecinos y amigos bajan diariamente a las profundidades de la tierra. Lo más curioso de todo es que probablemente y sin lugar a dudas alguno de nosotros descendemos de aquellos mineros asturianos que una vez emigraron a Cuba y crearon sus familias en nuestro pueblo, huyendo tal vez de la dureza de un trabajo sin paliativo alguno. La historia de Asturias es la propia historia de la minería española, desde que comenzara la explotación de hulla en el siglo XVIII hasta hace relativamente poco, el carbón fue la fuente de energía básica para todo el país aunque hoy en día no pasa por sus mejores momentos y su desaparición es solo cuestión de tiempo.




Bajar a una mina es una experiencia única y te hace comprender lo que representa para un ser humano trabajar en esas condiciones. Lo más cercano a un mundo de belleza y plenitud era la pequeña Jaula del Canario. Si, aunque parezca una leyenda, el segundo entre la vida y la muerte de un minero dependía hasta hace unos años de un bello canario y su canto. Allí en las profundidades de la tierra cuando el canario moría y dejaba de cantar avisaba de la presencia de gas metano o anhídrido carbónico, letales para la vida humana.

Desde Atacama, el desierto más arido del planeta, hasta los verdes y profundos valles Asturianos
los mineros hacen que el trabajo de otros sea un juego, para ellos es una ruleta rusa, día tras día, segundo tras segundo, vaya por ellos.











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