jueves, febrero 18

Comida de bobos.


La emigración trae aparejada una secuela de nostalgia y melancolía a la cual los afamados sicólogos dan el curioso nombre de Síndrome de Ulises, en representación al sufrimiento y agonía del mítico Ulises en su viaje de regreso a su Itaca natal, según nos contaba Homero. Adaptarse a un nuevo entorno, experimentar nuevas sensaciones sicosociales, trae consigo aparejado el surgimiento de enfermedades derivadas de este estrés. Para muchos de nosotros, la emigración fue una odisea quizás superior a la vivida por Ulises, dejar tras de si, hijos pequeños, padres enfermos, amigos y tantas cosas que aunque por muy pequeñas y humildes que hayan podido ser, eran nuestras. En España se calcula que 800 000 mil personas sufren este nuevo episodio de salud mental, y muchos son incapaces de superarlo, agravado hoy por las dificultades económicas de los países de entrada que disminuyen las posibilidades de incorporación al mercado laboral. Soy testigo de haber compartido con cubanos aquí en España que no se han adaptado a este modo de vida y en casos han retornado o se lo plantean a cada instante. No es menos cierto que arrastramos unos hábitos de comportamiento que sin entrar en análisis no ayudan a la plena integración en una sociedad movida por otros valores, no humanos, pero si de gestión diaria para sobrevivir en ella. Hoy quería hablar del mamoncillo y se me fue la olla como dicen aquí, mirando la foto pensaba en lo simple que puede ser un recuerdo, o es que hay una fruta mas simple que el mamoncillo. Allí en el viejo Santiago siempre lo teníamos a mano, podría ser comida de bobos como solíamos decir, pero la bobería también forma parte de los sentimientos, aunque nuestro nombre sea otro y no Ulises.



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