sábado, noviembre 28

Pavo o Guanajo, lo mismo da.

Puede ser que los años traicionen mi memoria pero recuerdo haber comido Pavo en muy contadas ocasiones en nuestro viejo Santiago. Al margen de la existencia de esta Gallina de las Indias nombre que dieron los conquistadores a esta ave de corral no creo que haya sido un plato especial en nuestras mesas, en épocas cuando quizás pudiera haberlo. Nuestro pavo o mejor y más claro nuestro Guanajo de toda la vida se presentaba en fricasé pero asado eso si que nunca lo vi.
El pasado jueves los norteamericanos celebraron en familia el Thanksgiving Day o el día de Accion de Gracias y como es costumbre el pavo asado fue el invitado de lujo para muchos comensales. En España solo es habitual y no general comer pavo en navidades. Poco sabemos de esta ave hermana mayor del pollo que fue en una época manjar de unos pocos elegidos.
A la llegada de los conquistadores a México se toparon con esta ave que los aztecas denominaban Guajalote. Llego a Europa en el primer tercio del siglo XVI a través de los Jesuitas de ahí que al pavo en esa época se le llamase jesuita. Desplazando al faisán, el pavo se convirtió en una exquicitez gastronómica reservado solamente a las altas clases sociales. Reyes y príncipes de toda Europa se rendían ante un suculento guanajo y en todo banquete ere el protagonista por excelencia. Poco a poco su consumo se fue extendiendo al resto de los mortales y comenzó a formar parte de celebraciones festivas. Su gran valor nutritivo y su bajo contenido en grasas y colesterol lo convierten hoy en día en parte de una buena dieta alimenticia.

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